¿Recuerdas?

¿Recuerdas?
La pureza y simpleza de la niñez

Saturday, August 18, 2007

Un salto por Ecuador

Chuta, como pasa volando el tiempo y no he escrito nada desde julio.

Bueno, ahora que he vuelto de mi amado Ecuador y después de haberme llevado algunas desilusiones con algunas cosas que suceden ahí y haberme alegrado con otras, he decidido escribir un poco de todo.

Comenzaré con una cita "citable":

"El lenguaje político fue diseñado para hacer que la mentiras suenen verdaderas, el asesinato se vea como algo respetable, y darle solidez al puro aire"
-- George Orwell


Para empezar, una vez que nos bajamos del avión, fui con mi esposa e hijos a la ventanilla de migración, ahí donde te revisan los pasaportes, precisamente la primera puerta de entrada al país. ¿Y qué creen? Les faltó poco para darme una patada en el culo como parte del comité de bienvenida. La mujer policía que nos atendió, nos pidió los documentos de viaje, entre ellos había un par de formularios que se deben llenar antes de llegar a Quito. Por esas cosas de la vida, y por estar viajando con dos párvulos llorones, no pude, como cabeza del hogar, completar todos los formularios. El momento en que la ventanillera policía me pidió esos formularios, yo me puse a completarlos. Ella me increpó que ¿por qué no los había llenado antes? Me dijo en tono típico de autoridad de taburete -léase persona con ansias de sentirse importante- que, para la próxima, le tenga esos papeles completos. Fue tan gentil su bienvenida que mi esposa, quien odia meterse en peleas, no resistió y le preguntó a la autoridad de entrada, ¿si alguna vez había viajado con guaguas por mas de 8 horas? La respuesta fue el silencio. La impresión nuestra: ¡Qué mal, así es como reciben a quien llega al Ecuador! Es así, de esta manera, como nos habíamos topado con la primera “mamá de Tarzán”.

Confío en que la razón por la que la agente de migración nos trató de esa manera sea porque estaba padeciendo del síndrome premenstrual, o talvez había tenido un día muy cansado (qué raro, eran solo las 12 del día!) o talvez, "mi coronel" la había regañado, o simplemente le pagan una miseria por un trabajo tan pesado. Sea cual haya sido la razón, en lugar de una sonrisa y una amigable bienvenida, recibimos un balde de agua fría.

Pasaron un par de días (puesto que solo estuve una semana) y tuve que ir a sacar el permiso de salida. Resulta que, para tener un permiso de salida, primero debo tener mi papeleta de votación. Sin embargo, (por razones que no les incumben), no he podido ejercer mi derecho (¡obligación!) al voto por varios años, especialmente porque temporalmente he permanecido fuera del país. Lo irónico del asunto es que en el país donde vivo, me he registrado para poder votar desde el extranjero varias veces, a través de los servicios “on-line” del consulado del Ecuador. No obstante, me contaron que, para registrarse como votante en el extranjero, hay que ir al TSE y hacer el cambio necesario. Es decir hay que hacerse un viaje "express" para tal cosa. Luego alguien me explicó que ni la página web del TSE, ni la del consulado son buenos portales para realizar trámites que demandan de la ágil e irremplazable intervención de un abnegado ejecutivo de trámites (burócrata). Es decir, todo tiene que ser ,"in vivo" nada puede ser "in vitro". Entonces, no siendo de otra manera, me tocó ir hasta el TSE al sitio ese donde se pagan las dichosas multas por no haber votado, el Tribunal Provincial Electoral. Cuando llegué al sitio, que por cierto se encuentra aledaño a un par de "chongos" de "buena reputación" y a los que solo acuden "gente bien" y no los taxistas, un agente miembro de las fuerzas del orden público -léase chapa- nos sentó en sendas sillas a las 40 y pico de personas que habíamos madrugado para obtener el mentado papelucho. Luego de hacernos formar y tomar distancia, nos explicó que si hubiésemos venido el mes anterior, hubiésemos pagado solamente por la especie y no habría la necesidad de pagar por la multa, esto, siempre y cuando hayamos presentado las pruebas de descargo necesarias, en el periodo de tiempo estipulado. ¡Qué bruto, cómo no se me ocurrió viajar antes para ahorrarme la multa, pensé! Bueno, debo, eso si, admitir que en ocasiones anteriores uno tenía que sacar copia de la cédula, y traer no se que otros tantos documentos antes de poder acercarse a la ventanilla y cancelar por la infracción que se ha cometido, y que ahora todo es mas moderno y eficaz (para ellos.)

Actualmente, y dado que los efectos de la globalización y la modernización han hecho “mella” incluso en las dependencias públicas nacionales, y mas que nada porque creo que lo que realmente interesa y motiva no es hacer billete, sino brindar un servicio de calidad al cliente, ahora solo hay que esperar a que el agente uniformado te entregue unos tickets, con una numeración medio rara que sigue una secuencia que solo ellos entienden (supe por fuentes fidedignas, que toman cursos especiales de capacitación para el efecto), y luego nos llaman para pagar, en el orden por ellos determinado.

Una vez en la ventanilla una señorita me pidió únicamente mi cédula (que suerte que si la tenía conmigo, pues supe de labios de la mismísima tramitaria que mi pasaporte no sirve a pesar de tener mi número de cédula en él, y que si hubiese osado presentarlo, me hubiesen mandado a sacar nueva cédula en el registro civil de Turubamba, sitio al que me hubiese tocado encomendarme a Dios, para confiar que existan especies y un desinteresado tramitador ágil y dispuesto a acelerar el papeleo por unos cuantos dolaritos.) Bueno, luego de revisar mi información, la señorita concluyó que yo no había votado por 3 ocasiones (la de alcale, la de presidente y la del plebiscito por la ANC, creo) y que en total debía cancelar 24 dólares por mi falta de patriotismo. Molesto, le pregunté si el haber pagado las multas de los años anteriores servía para algo. ¿Qué creen? Para nada. Y eso que yo, como buen ciudadano, respetuoso de la ley, conservo todos y cada uno de los talonarios que me dieron en los últimos 9 años que he estado viajando al Ecuador. En todas esas ocasiones, yo pagué la multa por no haber votado. Pero para sorpresa mía y como parte de la leguleyada de estas nobles instituciones, resulta que en la letra pequeña de dichos talonarios, está escrito: “Este Documento Tiene Validez Por 60 Días” su precio, 2 dolaritos. Es decir, he conservado los recibos de pago por las multas anteriores y no sirvieron de nada, pues yo debía saber mejor, que esos documentos debían ser canjeados por el documento permanente. ¡Qué bruto, no ocurrírseme a mi sacar el certificado permanente! A la final, mi patriótico desdén me costó 24 dólares.

Ya acabadas mis peripecias en el Tribunal Electoral Provincial, regresé volando al sito donde se saca el permiso de salida. Ahí si, rapiditos, agilitos y educaditos me dieron mi permiso una vez que cancelé 4 dolaritos y les “amostré” el papelucho de votación.

Total gasté 28 dólares. El lado bueno del asunto: baje de peso, sude harto, aprendí a llenarme de paciencia y contabilicé cuantas madrecitas de Tarzán mas se habían cruzado por mi camino.

Siendo la naturaleza huma de tal forma, he sacado a relucir un par de cosas negativas antes de dar paso a lo positivo.

Por ejemplo, algo muy positivo: Quito es una ciudad hermosa sin comparación. El clima no pudo ser mejor. La sencillez de la gente y su acogedor espíritu mitigan las frustraciones de lo escrito anteriormente. Me fui “de paseo” por el centro de Quito. Me he quedado anonadado (boquiabierto como dirían por ahí). Es algo impresionante, cuanta cultura, cuanta historia, cuanta tradición. La acogedora arquitectura y la nostalgia de las épocas pasadas me dejaron atónito. Hacía ya 9 años que no pisaba el centro. Esta vez lo hice en una extensa visita nocturna y en una cortísima caminata diurna. Me quedé picado.

Todavía me falta por ir a los sitios donde los noveleros y culecos van por ser de moda, sitios que otrora eran considerados de poca clase. Entre esos, tengo que ir al Itchimbía, subirme al Telférico y pasearme en el trole. No se puede hacer, ni conocer todo en 7 días. Y eso que yo soy dizque quiteño de pura cepa. Creo que necesito actualizarme nuevamente y re-encontrarme con la ciudad que me vio nacer.

Por eso, y a pesar de que el ciudadano presidente, ha resultado ser una farsa, la corrupción campea y el sistema en el que se vive, facilita que todos se sientan la mamá de Tarzán, a pesar de todo eso, no cabe duda que Ecuador es el destino final de estos huesos.

Mas pronto que tarde, por ahí he de estar. La vida es mas colorida y la gente es mas divertida (en lo bueno y lo malo). Somos impredecibles.

Que bien se siente retornar al Ecuador.

http://www.youtube.com/watch?v=NgA879_sK8c

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