He visitado el Ecuador nuevamente. Quise contactarla. El tiempo siempre es mi peor enemigo, y a la vez mi mejor aliado. Esta vez el tiempo ayudó a cicatrizar heridas, ocultar otras viejas cicatrices, pero también fue cómplice y colaborador, para que ella se escape y aleje, posiblemente por siempre, de mí. En uno de los suplementos dominicales de "la prensa corrupta" de mi país, (Correa dixit) estaba ella, fotografiada junto a un sujeto de rimbombante apellido dentro de la mojigata sociedad quiteña. Pensé que no era nada y por eso me di modos para pasar a verla por su consultorio. No estaba. Le dejé una nota diciendo que andaba por el vecindario y que la quería ver. Como siempre, nunca la encuentro. No la encontré.
Hoy finalmente pude contactarla a través de un mensaje de texto.
KM: ¿Te puedo llamar? ¿Te puedo contactar?
Ella: Hola KM. ¿Cómo estás? Estoy en la hacienda. Si puedes, llama. Aquí no hay mucha señal.
KM: ¿Estás en Quito?
Ella: No. En la hacienda de mi <>NOVIO<>. Fuera de Quito.
KM: ¿El fulano de tal?
No hubieron mas respuestas, ni yo pensaba escribirle mas mensajes de texto. Creo que así, tendré que cerrar, por motivos de fuerza mayor y ajenos a mi persona, este capítulo que seguirá causando mella en mi espíritu.
¡Ni para pérfido sirvo!
Capítulo 117 (El Apestado)
15 years ago
2 comments:
Asì pasa, cuando sucede. Crueldad telèfonica de estaciòn.
Por un momento pense que era el blog lo que se cerraba, no vale, el despecho y la agonìa sirven para vivir, asì que tampoco vale cerrar el capìtulo por puro orgullo, ja!
Amanda:
Gracias por el mensaje lacónico, abundante y rico en compañía. El blog no se cierra, ni tampoco el corazón.
Se cerró el capítulo. Aquel que lastima pero no mata. Ciérrase pues, un capítulo más; mas no el libro.
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